Oímos hablar del estrés a menudo
Que si es una reacción normal que tiene el cuerpo cuando ocurren cambios, que si son respuestas físicas, mentales y emocionales a la vida, etc, pero ¿cuándo es peligroso realmente y debemos ponerle remedio?
Dado que se puede producir incluso con los cambios positivos (como un ascenso o el nacimiento de un hijo), y que desgraciadamente nos hemos acostumbrado a usarlo en nuestro lenguaje diario, hemos empezado a aceptarlo y a banalizar sus consecuencias. “No es nada, estoy un poco estresado” – oímos de forma habitual.
Es cierto que en algunas situaciones el estrés nos puede ser beneficioso;
por ejemplo cuando nos estimula a enfrentarnos a los problemas y permite que seamos creativos, tomemos iniciativa, y respondamos eficientemente a aquellas situaciones que lo requieran. Pero sólo puede ser productivo cuando se sabe cómo manejarlo y restablecer el equilibrio.
El estrés se vuelve negativo cuando una persona se enfrenta a desafíos continuos sin relajación entre los factores estresantes. La persona trabaja en exceso y aumenta la tensión relacionada de forma que el sistema nervioso autónomo reacciona provocando cambios fisiológicos para permitirle al cuerpo seguir combatiendo esas situaciones. Es la famosa “respuesta de lucha o huida”. Ésta se activa en caso de emergencia pero si esta activación se convierte en crónica durante períodos prolongados de estrés, entonces causa desgaste en el cuerpo, tanto físico como emocional.
Lo que la acumulación de estrés produce en el cuerpo
Si dejas que se eleve y se acumule, o si has llegado a creer que no necesitas o no tienes tiempo para relajarte, puedes echarle un vistazo a algunos daños fisiológicos y físicos:
Enfermedades – Investigadores de la Universidad Johns Hopkins han descubierto que si en una familia hay una enfermedad mental, los niños expuestos a estrés crónico tendrán más probabilidades de desarrollarla. El mismo proceso ocurre con los adultos: si están constantemente sometidos a mucho estrés que no saben manejar, se multiplica la probabilidad de desarrollar estas condiciones. Pero también de sufrir accidentes mortales y suicidios, de sufrir cáncer, enfermedades pulmonares, y cirrosis hepática.
Cambios de peso – Las personas en situaciones estresantes tienden a comer un 40% más de comida de lo normal. Te dejas llevar por la comodidad de comer y ni siquiera te das cuenta.
Destrozar tu sistema inmunológico – El estrés es tan exigente que consume la energía que tu cuerpo normalmente usa para apoyar su sistema inmunológico. Si alguna vez has experimentado lo fácil que te resfrías cuando estás muy estresado, es por eso.
Hacer que parezcas mayor – También por eso es un factor importante que contribuye al envejecimiento prematuro. Las hormonas del estrés afectan nuestros cromosomas por lo que las nuevas células no pueden crecer tan rápido, lo que se traduce en más arrugas, músculos débiles, mala vista, etc…
Además cuando el estrés se vuelve dañino las personas empezamos a buscar ayuda en el uso compulsivo de sustancias, medicamentos, o comportamientos para tratar de encontrar alivio. Éstas incluyen comida, alcohol, tabaco, drogas, juegos de azar, sexo, compras, Internet, etc. Y al contrario de lo que se busca, tienden a mantener al cuerpo en un estado de estrés y dejarnos atrapados en un círculo vicioso.
Primeros síntomas
Entre los físicos encontramos dolores de cabeza, malestar estomacal, presión arterial elevada, dolor de pecho, disfunción sexual, problemas para dormir, mareos o sensación general de “estar fuera de sí”, bruxismo, tensión muscular en el cuello, taquicardia, sudoración, manos frías, o agotamiento.
Entre los problemas emocionales se puede incluir la depresión, ataques de pánico u otras formas de ansiedad, y preocuparse en exceso. En general, no serás capaz de reconocer adecuadamente las emociones con las que se supone debes lidiar y tus reacciones serán instintivas, te conviertes en tu peor enemigo, ya que con tantas cosas sucediendo dentro de ti es fácil empezar a sentirse perdido y fuera de control.
Aprende a manejar el estrés antes de que éste te controle a tí
Para empezar no te acostumbres y no lo aceptes como algo familiar. Adquiere el hábito de aprender técnicas para relajarte (prueba con la meditación, el yoga o el tai-chi, o busca aquí algunos ejemplos) y ponerlas en práctica con regularidad. Es muy posible que al principio necesites ayuda profesional pero es importante aprender a mantener una actitud positiva, aceptar que hay cosas que no podemos controlar, y a ser asertivos.
Haz ejercicio con regularidad y lleva una dieta saludable y equilibrada, dedica tiempo a tus intereses y pasiones, y duerme lo suficiente. Son cosas que puedes empezar a hacer fácilmente.
¿Alguna vez lo has experimentado?